¿Por qué la ley de la Iglesia requiere que los católicos asistan a la misa dominical?
Las reglas son creadas para ayudar a las personas a distinguir lo correcto de lo incorrecto. Los niños, en especial, necesitan reglas como guía hasta poder comprender lo que esas reglas protegen. A menudo las reglas protegen su bienestar físico y emocional. “Toma mi mano al cruzar la calle” o “Di siempre la verdad, aun cuando hayas hecho algo malo”. Se espera que los niños, al crecer y madurar, vayan más allá de meramente seguir las reglas y comiencen a comprender los valores que esas reglas protegen. Los católicos alabamos a Dios en la misa de cada semana por muchas razones. Nuestros corazones se llenan de gratitud en cada misa mientras adoramos mediante la alabanza y la veneración junto con otras personas que comparten nuestras creencias. Nos alimentamos de la Palabra de Dios y se nos entrega el gran don del Cuerpo y la Sangre mismos de Jesús para fortalecernos para cumplir nuestra misión. Como católicos adultos, vamos más allá de solo cumplir con la “regla” de participar en la misa. Anhelamos y agradecemos ese don. Sabemos que es correcto y justo dar a Dios lo que le pertenece. Esta ley protege nuestro bienestar espiritual.
¿Por qué algunas personas reciben la Eucaristía en la boca y otras en sus manos?
La antiquísima práctica de repartir la Sagrada Comunión consistía, muy probablemente, en dar la Comunión en la palma de la mano. Sin embargo, durante los comienzos del culto en la Iglesia (en los siglos II y III), ocurrió un cambio en esta práctica. Se desarrolló la práctica de dar la Comunión en la boca para prevenir que partículas del pan consagrado cayeran al suelo y para aumentar el sentido de santidad del momento. La Instrucción General del Misal Romano nos dice que el comulgante: “[...] recibe el Sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la mano, según su deseo” (161).
Es importante que no consideremos una manera de recibir la Comunión “más santa” que la otra. A cada uno se nos llama a disponernos, de cualquier manera posible, a recibir el milagro de este momento en el que Jesús se nos ofrece en la Eucaristía. Se debe preparar a los niños para para recibir la Eucaristía de las dos maneras ya que ellos tienen el derecho de elegir la que prefieren.
¿Puede mi hijo realmente comprender que la Eucaristía ES el Cuerpo y la Sangre de Cristo?
Hay diferentes tipos de conocimiento, por ejemplo, es posible que una persona sepa que dos más dos son cuatro. Es posible que también sepa que los números representan objetos. Pero otro tipo de conocimiento es, por ejemplo, cuando usted sabe que su hijo le está mintiendo, o la certeza que tiene su hijo de que usted lo ama. Este conocimiento viene del corazón, no del cerebro. A medida que crecemos, durante nuestro desarrollo humano, vamos siendo capaces de conceptualizar y de procesar información compleja. Es por eso que, como adultos, hablamos de la transubstanciación como el cambio mediante el cual el pan y el vino que se ofrecen en el sacrificio de la misa transforman su sustancia y verdaderamente se vuelven el Cuerpo físico y la Sangre física de Cristo. No podríamos saber que Cristo está presente si usáramos solo nuestro intelecto, pero sabemos que está presente porque confiamos en sus palabras: “Tomen y coman; esto es mi cuerpo” (Mateo 26, 26). Es un conocimiento que viene del corazón. Al trabajar en conjunto con su parroquia en la preparación de su hijo para recibir el Sacramento, usted lo ayudará a desarrollar la capacidad de mantener un corazón abierto. Esta capacidad le servirá para saber y comprender que Cristo está verdaderamente presente en el Eucaristía. Su apoyo continuo al traer a su hijo a misa cada semana y al participar continuamente en su formación de fe lo ayudarán a crecer en su comprensión intelectual y en su intimidad con Cristo nuestro Señor.
¿Por qué no invitamos a las personas que no son católicas a recibir la Eucaristía en la misa?
Una de las maneras de referirnos al Cuerpo y la Sangre de Cristo es la “comunión”. La palabra en sí nos ayuda a comprender lo que creemos que sucede en la acción de recibir la Eucaristía. Desde sus comienzos, la Iglesia católica ha enseñado consistentemente que Cristo está verdaderamente presente —Cuerpo, Sangre, alma y divinidad— en la Eucaristía. Recibir la comunión es aceptar esa enseñanza. Es por eso que respondemos “Amén”, (Sí, creo) cuando se nos ofrece el Cuerpo de Cristo.
Cuando recibimos la Eucaristía, establecemos una relación más profunda con Jesús y con la Iglesia. Recibirla es un signo exterior de nuestra unión en la fe. Representa la unificación de nuestras creencias y nuestra confianza en que el Espíritu Santo, quien nos hace uno, continúa revelándonos la verdad que Dios nos ha revelado a través de su Hijo, Jesús. Como nuestras hermanas y nuestros hermanos que no son católicos no comparten completamente nuestras creencias, la acción de recibir la Eucaristía no expresaría la realidad de todo lo que esta comprende.
Esto a menudo es una experiencia dolorosa para las familias en las que uno de los padres no es católico. Sería bueno que hablara con el líder catequético de su parroquia o con alguien más del personal de la parroquia en caso de que quisiera tocar este tema más a fondo para obtener una mejor comprensión. También pueden hablar sobre maneras de hacer participar a su cónyuge no católico de manera que se sienta bienvenido e incluido.
¿Por qué algunas niñas usan vestidos blancos y velos en su Primera Comunión?
Con la vestimenta a menudo marcamos momentos especiales de nuestra vida. Ya sea una toga de graduación o un vestido especial para nuestro primer baile, lo que vestimos es importante. Desde las primeras celebraciones rituales de Bautismo, se le daba al recién bautizado una vestimenta blanca para simbolizar su nueva vida en Cristo. Al principio era en el Bautismo de los adultos, durante el cual, las personas literalmente cambiaban su vestimenta durante el rito. Eventualmente, la práctica cambió y entonces se llevaba al Bautismo a los niños ya vestidos de blanco. Para relacionar los Sacramentos de la Iniciación, la práctica de vestir de blanco para la Primera Comunión se volvió una costumbre para algunas culturas. ¿Y qué pasa con los velos? Antes de las reformas a la liturgia realizadas por el Concilio Vaticano II, era obligatorio para las mujeres cubrir su cabeza en la iglesia. Algunas mujeres usaban sombreros y otras, velos. Como las niñas usaban un vestido blanco especial para la misa, se comenzaron a usar velos más elaborados para la cabeza.
Es importante que ayude a su hija o hijo a comprender el significado de la vestimenta que se usa durante el sacramento. Este día es muy importante porque marca el comienzo de una vida espiritual en la que recibirá de por vida el don de la vida misma de Jesús. Pero tenga cuidado de no hacer demasiado énfasis en la ropa. Necesitará consultar con su parroquia acerca de las costumbres y políticas que sigue en cuanto a la ropa. Lo que debe ser más importante en su decisión es el respeto por la personalidad individual de su hijo, las reglas de su parroquia y, por supuesto, el considerar lo que sería más apropiado que su hijo o hija vista para recibir el más grande don.
¿Tiene mi hijo que recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo juntos?
Un documento de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos explica que recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo juntos refleja más completamente las acciones y palabras de Jesús durante la Última cena. Por esto, la Iglesia ha hecho posible recibir más frecuentemente el Cuerpo y la Sangre Sagrada de Cristo juntos.
Sin embargo, las enseñanzas de la Iglesia siempre han expresado que la plenitud de Cristo existe independientemente bajo cualquiera de los dos elementos —el Cuerpo, la Sangre, el alma y la divinidad—. O sea que recibimos la plenitud de la gracia en cualquiera de los dos elementos.
Por lo tanto, es la elección de cada persona recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, o uno u otro. En muchas parroquias, sin embargo, los niños practican cómo recibir ambos elementos en caso de que algún día deseen recibir también la Sangre Sagrada. Dar a probar el vino sin consagrar a los niños antes de la Primera Comunión los ayudará a saber qué esperar y aminorará la posibilidad de una reacción desfavorable cuando se presente la ocasión real.